Yo sé que
cuando los pies se arrastran
perezosos entre la hojarasca de recuerdos
es el momento de volver
ya sin dudas
por el camino polvoriento
de polvo de estrellas y cenizas de alas
que lleva a la infancia.
Y allí encontrar un escondite
una baldosa suelta
un cajón con doble fondo
donde guardar la nostalgia
esconderla para siempre
y no volver a necesitarla.
Como no se vuelve a necesitar la infancia
como no se vuelven a necesitar los escondites secretos
porque los recuerdos no hay que rescatarlos
sino que volver a hacerlos.