miércoles, 24 de marzo de 2010

Ya


Si tuviera las manos vacías
al menos tendría manos
y esperanza de llenarlas.

Si tuviera el corazón hecho pedazos
al menos tendría duelo.

Pero no tengo manos ya, ni corazón
y me pregunto dónde está el final de la nada.

viernes, 19 de marzo de 2010

Nada por encima de lo fundamental

Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que:

1. Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.
2. La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.
3. La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.
4. La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.
5. Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.
6. Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.
7. Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.
8. Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red, en España ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.
9. Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.
10. En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

Este manifiesto, elaborado de forma conjunta por varios autores, es de todos y de ninguno. Se ha publicado en multitud de sitios web. Si estás de acuerdo y quieres sumarte a él, difúndelo por Internet.

viernes, 12 de marzo de 2010

Esta vez


Cuando el tiempo nos destrona
seguimos siendo príncipes
si nuestra corona era un camino
por el que otros transitaban.

Quién sabe si seremos reyes tras la muerte
pero no nos importa
el sol aún está arriba y esta vez
el ciprés es más alto que su sombra.

lunes, 1 de marzo de 2010

Esperanza y Nostalgia

Si bien eran hermanas, no podría ahora mismo poner un ejemplo de dos personas más diferentes entre sí que Esperanza y Nostalgia. Pero en su pueblo, asiduo de rumores, bien que las confundían, dándole a la una lo que, por derecho, era de la otra, y viceversa.


Era el pueblo rico en inventiva y otros bienes intangibles, aunque pobre en presupuesto secular y demás mundanidades. Y no faltaban en él poetas, cantantes, bufones, filósofos, intelectuales, borrachos, cuentacuentos, correveidiles y una gran fauna de amiguetes, colegas, vecinos y conocidos de diferente graduación, dispuestos a alzar a hombros a Esperanza a la mínima ocasión en que alguien quisiera (o sencillamente no pudiera evitar) escucharles, mientras en su agasajo irresponsable pisoteaban a la pobre Nostalgia, que se quedaba siempre rezagada en la cuneta con una inmerecida mancha escarlata en sus mejillas.


Era Esperanza alta y frondosa, de tez clara y ojos verdes cristalinos, y se movía como a saltitos, como si flotara un milímetro por encima del suelo, como se moverían las corcheas y las fusas de un arpa que estuviera siendo tocada por una pluma de cisne. Pizpireta y revoltosa, estaba siempre en todas partes, y gustaba de hablar, de hablar mucho, y de prometerlo todo. Llegaba un momento en que uno ya no sabía si Esperanza le había prometido una cosa o la contraria, y si no fuera porque todo hombre, mujer, niño, animal o cosa que hablara con Esperanza se quedaba embobado perdiéndose en el horizonte indefinido de sus ojos verdes, seguramente se daría cuenta de que Esperanza le había prometido las dos, la cosa y su contraria, y que en definitiva había estado todo el tiempo parloteando sobre lo que su cándido interlocutor quería escuchar, sin importarle lo más mínimo, siendo como era de natural irresponsable y ubicua, qué pudiera ser probable y qué no. De no haber sido por el encanto espontáneo y casi atávico de Esperanza, por sus cabellos dorados y suaves, algo felinos, que parecían atrapar en ellos todo pesar de alrededor y digerirlo, por su sonrisa segura que lo confirmaba todo, por el tul pegajoso de sus promesas y la dulzura irresistible, como de posos de melaza en el fondo de un oasis, de sus afirmaciones, nadie habría creído ni una sola palabra de las que salían de su boca. Pero ¡ay!, si algo sabía hacer bien Esperanza era precisamente eso, hacer bien. Un bien inmediato e incuestionable, impermeable por completo a cualquier avatar de la vida.


Nostalgia, en cambio, si bien había también heredado una parte de la dulzura que tenía su hermana, era más sólida, menos transparente, un poco más áspera, aunque sólo un poco, como la lengua de un gato, que uno no sabe muy bien si le acaricia o le raspa. Nostalgia, desde luego, no flotaba cuando se movía. Arrastraba un poco los pies, como si se hubiera olvidado algo atrás y no tuviera claro del todo si seguir avanzando o no. A pesar de ser más alta que su hermana, no lo parecía por caminar encorvada. Su pelo, castaño sin más, sin reflejos ni dorados ni brillos, era liso, bueno, más que liso, parecía recto, plano como el mundo. Y pocas veces nadie se fijaba en que su pelo nunca estaba quieto, sino que se balanceaba imperceptiblemente con una cadencia minúscula y constante, como si mil mariposas enanas invisibles lo alborotaran con alitas diminutas. Nostalgia hablaba mucho menos que su hermana, aunque eso no era difícil, y miraba más. Miraba mucho, muchisísimo más. Mientras Esperanza sólo era capaz de clavar sus ojos en los ojos de los demás, reflejando sus miradas infinitamente como si alguien hubiera colocado dos espejos el uno frente al otro, Nostalgia clavaba sus ojos en todas las cosas que encontraba, especialmente en las que no eran otros ojos. Se pasaba las horas mirando, mirando y arrastrando los pies como sin querer avanzar, pero mirando hacia delante, como si quisiera al mismo tiempo retroceder con los pies y avanzar con la mirada. Uno de los intelectuales del pueblo, un día que las hermanas paseaban juntas por la plaza, dio por fijarse en Nostalgia en lugar de en Esperanza, y dijo que parecía que la Nostalgia andaba intentando comerse con los ojos lo que tenía delante para escupirlo con los pies hacia detrás. Fue el único comentario que alguien del pueblo hizo jamás sobre Nostalgia.


Lo realmente bueno de Esperanza era que nunca estaba libre y eso me dejó todo el tiempo del mundo para conocer mejor a su hermana. Y me di cuenta de que Nostalgia era hermosa en su silencio algo tristón pero ambicioso, en la curvatura humilde de su espalda, en su arrastrar de pies autodisciplinario y su mirada vehemente hambrienta de las cosas. Era la viva imagen de lo real.


Me di cuenta, o me la dieron, de que con Esperanza uno creía que podía tenerlo todo, pero era estando con Nostalgia cuando realmente era dueño de las cosas, porque andaba ansiando tener algo detrás que poder echar de menos para volverlo a buscar más adelante.


 
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Palabras de Lilith by Eva Torices 2008 is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 España License.