domingo, 23 de noviembre de 2008

Txumari mata animales en horario infantil

Domingo alrededor de las 10.30 horas de la mañana. La Botica de Txumari. Cómo curar las verrugas. Necesitamos: un limaco o babosa, un palo, una piedra.

Txumari cuenta cómo cuando era pequeño tenía las manos llenas de verrugas. “Una grande como una moneda de 50 céntimos en el dedo anular. Sesenta y tres verrugas en las manos. Imaginaos que tenía que hacer la comunión e ir por la iglesia con las manos juntas como si rezara, esas manos llenas de verrugas, y todo el mundo viéndolas”. En la mesa del plató hay varias babosas grandes, negras, deslizándose ignorantes de las cámaras. También hay un plato con tierra, un cesto con piedras y otras cosas. Txumari sigue narrando. “Así que, algunas semanas antes de mi comunión, mi padre me llevó al bosque, buscamos un limaco y me dijo que me frotase bien las manos con su baba. Deja una baba así como blanca”. Entonces elige una de las babosas, decide respetar a una que se había encaramado a un plato y escoge a otra que se había quedado más rezagada. Y empieza a frotarse las manos con ella. “Pero no os puede dar asco, ¿eh? Frotaos las manos bien, así, que queden bien cubiertas de baba. Si os da asco no vale la pena que lo hagáis”. Sus manos están quedando completamente embadurnadas. Hay que decir que no lo hace con demasiada suavidad, la babosa, o limaco, como él la llama, está encogida y ha escondido por completo los cuernos donde tiene los ojos. Txumari, con la misma pose que si estuviera lavándose las manos con jabón, sigue explicando. “Cuando ya tengáis las manos bien cubiertas de baba, dejamos al limaco en la tierra”. Y la posa en el plato con tierra. Gracias. Pero no acaba ahí. “Ahora hay que hacer lo siguiente, cogemos un palito, así, como éste, y lo partimos por la mitad. Y ahora...” He de confesar que en este momento, al ver que sujetaba fuerte a la babosa y le acercaba el palo al lomo, cambié espantada de canal. Pero tenía que saber, y volví a poner la Sexta. Txumari había atravesado la babosa con el palo y le había puesto una piedra de un kilo encima. “Nos fuimos del bosque, y como una semana después noté que las verrugas comenzaban a desaparecer, y el día de mi comunión tenía las manos completamente limpias".

Ya, pero ahora no, Txumari. Ahora las tienes sucias de indiferencia y de falta de ternura.

4 comentarios:

Chema dijo...

No he visto el show en cuestión. De todos modos, es fácil escandalizarse ante este tipo de comportamiento.

Aún así, a mi me gusta recordar lo que somos viendo lo que hemos sido. Algo que ahora nos puede causar repulsión absoluta, urbanitas nosotros, hace no tanto eran lo más natural del mundo.

Cuando convivíamos cotidianamente con el sacrificio de animales. Y desnucar un conejo, arrancarle la piel y colgarlo de un gancho en cuatro movimientos y medio era tan natural como prepararse un café. A mi personalmente nunca me causó demasiada impresión, lo entiendo como algo natural. Mi hermano ante ese tipo de cosas acostumbra a perder dos comidas. Una ingerida y otra por realizar.

Pero no es una cuestión de sensibilidad. Es en ese contexto en el que creo tienes que situar a Txumari. La perspectiva esterilizada del s.XXI no sirve.

Erosè dijo...

¿Y tú por qué ves la tele a esas horas? o.O Y ¿por qué ves esas cosas?

Anónimo dijo...

Yo te apoyo, es un puñetero c..... al fin y al cabo, ¿de dónde viene él? Todos los animales están para algo y lo están porque son aptos, no somos nadie para decidir cuando mueren y si han de sufrir o no, para eso ya está la naturaleza, sobrevivir es una cosa y matar por matar otra.
Te quiero guapaaaa!!!!!!

Antonio Rico dijo...

"Antonio, tú que tienes voz, tienes que hacer algo".

Voz tenemos todos y palabras a ti no te faltan. Otra cosa es encontrar oídos. Eso no siempre es fácil porque no está en nuestras manos.

Aunque puede que sí, tal vez yo pueda llegar a más oídos (no tantos, no nos pasemos).

Tú te quejaste. Yo me quejé. Los oídos que quisieron oír ya oyeron. Txumari ni se habrá enterado y seguirá a lo suyo. Él tiene más oídos a su alrededor que tú y yo juntos.

Eso sí, fue un placer alzar la voz. Esta vez y las que hagan falta.

Cuando veas otra, avisa.

Un saludo.

 
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