jueves, 16 de abril de 2009

La hora de salir


Después de otro largo día de azufre y cochambre se acerca la hora de salir y las costras en su piel se reblandecen. Al marcar el reloj las 17:58 el suelo a su alrededor se va llenando de piel muerta y postillas, dejando otra vez asomar la piel blanca y suave. A las 18.00 su cuerpo ya no parece el de una momia seca y de nuevo cubierta de juventud radiante se pone en pie, apaga el portátil, cierra el cajón con llave y emprende la marcha a casa. Mientras se aleja por el pasillo iluminado y su larga falda blanca ondea, una costra persistente, que no tenía por la mañana, se mantiene en su pantorrilla derecha, de donde nunca más se soltará.

2 comentarios:

Ender Wiggins dijo...

el trabajo como maldición que, pese a que acaba cada día y nos sentimos mejor al salir de nuestras rutinas, deja una marquita día a día. Una idea genial.

o al menos, eso he interpretado yo :-)

Anónimo dijo...

Poesía: pura logomaquia. Se admiran las palabras por sí mismas y se olvida lo que son: conceptos y referentes operatorios.
Se dice que "pueden significar cualquier cosa" y que "para cada uno significan cosa distinta" olvidando que eso es puro relativismo. Si algo significa lo que sea (a gusto del lector) es que no significa nada.
Parece mentira que hayas sido psicóloga conductista. Te has vuelto "adolescente eterna"; eso no es crecer, sino precisamente renunciar a hacerlo.

 
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Palabras de Lilith by Eva Torices 2008 is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 España License.