Escucho tu discurso
que es la tinta de mi pluma,
y tu voz, que canta la guitarra
que le prestaste a mi oído.
Te recuerdo
hoy y siempre.
Me lates dentro o fuera
agitando el aire que respiro
impulsando la vida que me agita.
Tallaste en mi tabla tu relieve
para que pueda leerlo con las manos,
ciega
que entiende el mundo aprisionándolo.
Y trazaste mi camino a tu horizonte
con el lápiz de carpintero con que escribes los destinos.
Ahora hablo pienso escribo
sangro canto
preñada de palabras tuyas
pariendo ideas
criándolas mías y de todos
como tú las concebiste.
(para el que me enseño todo lo que sé,
o casi todo, que no es lo mismo pero es igual)
domingo, 15 de junio de 2008
El ebanista
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario