Y la miré de frente.
Ahí estaba
grande y deforme
salpicando el techo y las paredes de su contenido inútil
abarcando hábilmente el horizonte.
Ya no era el monstruo inacabado de mis pesadillas
sino una herida abierta que me gritaba a la cara
ensordeciéndome
pero no cegándome.
Y le perdí el miedo.
Entonces mi dolor desnudo reconfortó mis pensamientos
y el camino se hizo menos árido
perdió piedras
y asomó alguna flor en la cuneta.
Nuevos sitios para viejas ideas: Ytoo y Old’aVista
Hace 3 horas
2 comentarios:
Y de a poquito resurgiste.
buen blog, seguiré pasando..
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