viernes, 23 de mayo de 2008

Como la sal a la carne

De todas las cosas que nunca olvidaré hay una que me gusta contar. Un mediodía a solas con mi padre, que no solía haber muchos, yo era adolescente y él hizo la comida. Tortilla de patata. Bueno, somos españoles, y él era un hombre de todas las guerras y postguerras del siglo XX, así que eligió bien. Acostumbrada como estaba a que siempre cocinase mi madre se me hizo muy extraño ver a mi padre cocinando para mí. Recuerdo a la perfección esa sensación enrarecida de incomodidad familiar, como si el hombre que me crió fuera un desconocido simplemente porque faltaba algún elemento habitual en el cuadro. La tortilla salió buenísima y así se lo dije, él se quejó y casi se enfadó porque se le había olvidado echar la sal, y yo le quité importancia. No me permitió esa concesión. “Importa mucho. Voy a contarte una historia”.

Y entonces me narró un cuento popular de un hombre rico que tenía tres hijas y quería saber cuál era la que más le amaba para dejarle a ella toda su herencia. La mayor le dijo: “Padre, yo le quiero como al mar y la tierra”, y el padre quedó muy satisfecho con esa respuesta. La mediana le dijo: “Padre, yo le quiero como al sol y las estrellas”, y el padre quedó más satisfecho aún de esa respuesta. La pequeña le dijo: “Padre, yo le quiero como la sal a la carne”, y el padre quedó tan decepcionado de esa respuesta pequeña y mundana que pidió a su hija menor que se marchase y no volviera. Así que decidió dejar su herencia a las dos hermanas mayores. Unos años más tarde el hombre rico fue a un asador de gran fama, pero le sirvieron una cena tan vulgar, mediocre e insípida que no pudo menos que llamar al servicio de cocina para protestar. Fue considerable su sorpresa cuando vio que la cocinera era la hija pequeña a la que años antes había echado de casa, que le explicó que si su cena era tan decepcionante era porque no le había echado sal.

Todavía hoy, cuando mi padre ya no está, mi adolescencia queda muy lejos y aún no sé hacer una tortilla de patata decente, pienso en esa historia que me regaló mi padre y en cuál es la mejor manera de querer a alguien. Como la sal a la carne.

1 comentario:

el escríba dijo...

Que momentos para plasmar en fotografía en blanco y negro.Añoranza de personas y tiempos desaparecidos.

 
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Palabras de Lilith by Eva Torices 2008 is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 España License.