En momentos como éste es cuando me apetece rendirme. Pero rendirme a lo grande, nada de medias tintas, de lagrimillas desteñidas, de palabras entrecortadas. Rendirme del todo, sentarme en el suelo y perder la mirada, las ganas y el tiempo, sufrir una apnea de pura quietud, olvidarme de parpadear y que se me sequen los ojos hasta que se me nuble la vista, total, para lo que hay que ver, rendirme enterita, de manera absoluta, sin opción de enmendarme, abandonarlo todo y no recuperarlo nunca ni que me importe. Rendirme de verdad. Pero no puedo. Maldita fortaleza endémica, ¿dónde te habré pillado?
martes, 20 de mayo de 2008
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1 comentario:
tienes, como casi todo el que no sobrevive a base de antidepresivos, la certeza de que hay cosas buenas por ahí fuera. No dejes que un día malo te convenza de lo contrario.
P.D: Me has dado una idea tan buena para una tira cómica que he aplazado la siguiente. Gracias. Pero no te deprimas, ¿eh?
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